Empalme Lobos - 12 de enero de 2014


El clásico del verano tuvo lugar ayer. Fue mi séptima Lobos sin discontinuidad alguna desde que arranqué. Lejos de los 40 grados que alguna vez nos propinó y aún de los 35 que tuvimos el año pasado., la temperatura no debe haber superado entre las 9.15 que comenzó y el mediodía cuando habíamos terminado muchos, los 25 grados estimo. Viento escaso e inclusive la lluvia de hace unos días, a la que siguió un sol fuerte dejó la tierra del camino sobre el que se corre muy dura. Casi no volaba polvo o tierra, algo que en otros años le llenaba a uno la boca y el pelo de… de tierra, de qué va a ser. Tan “mild” o suaves fueron las condiciones que un poco en broma mi amigo Rodrigo Gerardin me dijo: “¿no habíamos venido a sufrir? ¿Ahora qué hacemos?”
La organización mejoró en la hidratación. No solo había cada cinco km sino que un cuatriciclo completaba aquí y allá. Un señor particular, con caramañolas ofrecía agua a todos los corredores, no solo a sus amigos. Mi amada Carina hizo lo propio con Gatorade helado (lo llevaba en una mini conservadora en la mochila, ella iba en bicicleta). Además, y debido a que muchas personas el año pasado tuvieron problemas gástricos (Ud. me entiende…) por el agua de Lobos, que parece contener muchas sales, este año la trajeron de un municipio cercano. No hubo reportes de urgentes y multitudinarias corridas al baño. Que conste en actas para los que nunca la han corrido, que la hidratación no es en elegantes botellitas con marca porque Lobos es reducto de “pros”, aquí no hay marcas de vestimenta deportiva o de sofisticados complementos nutricionales que pongan guita. El agua viene en bolsitas de plástico que los organizadores llenan a mano. Con dedicación y amor al deporte.
Una de cal y otra de arena para la organización: el sitio web no estuvo actualizado nunca antes de la carrera, seguía anunciando la edición 2013 y hoy, a más de un día de finalizada la misma, sigue igual. Probablemente nunca coloquen los resultados.  La carrera siempre terminó en la calle, que es lo lógico. Pues este año lo hizo dentro del club Rivadavia, que la organiza. Yo apuesto a que fue por comprensibles quejas de los vecinos, pero es molesto porque uno entra del sol rajante a un lugar cerrado y literalmente no se ve nada, se corre a ciegas.
Me gustaría completar esta crónica con los tiempos de los ganadores pero dado que no están los resultados, sepa obviar este “detalle”. Sé que ganó un ruso, ruso de Rusia, con 1.55. Joder que ese quia vuela más que el viento siberiano.