“La derrota tiene una dignidad que la victoria no conoce”
Jorge Luis Borges
¿Es el Ultra Trail
del Monte Blanco (UTMB) la carrera más difícil del mundo? Con seguridad que no,
porque al menos Badwater y el Espartatlón son más duras. Pero estas dos
carreras son de calle, por lo que podría pensarse que el UTMB es la más difícil
de lo que se ha dado en llamar “trail running”, o sea, carreras en senderos de
montaña. Yo no me atrevería a hacer tal afirmación pues hay cientos de carreras
de esta modalidad en el mundo, cada día surge una nueva, y muchas de ellas son
también de gran dificultad. Fuere como fuere y dejando de lado un ranking tan
imposible como innecesario y absurdo, lo que sí puede asegurarse es que el UTMB
está entre las más duras carreras de trail running del mundo, que es a decir de
muchos la más bella de Europa y que se ha convertido en una especie de meca o
“aspiracional” para todo corredor de esta modalidad en el mundo. “LA” carrera
que todos los corredores de aventura queremos tener en el currículum.
Comienza y termina en
el pueblo alpino francés de Chamonix, circunvalando en sentido antihorario todo
el macizo montañoso del que es rey indiscutible el Monte Blanco (4810 msnm), la
montaña más alta de Europa Occidental. Fue en el valle de Chamonix donde se
desarrolló como deporte el montañismo durante el siglo XVIII. Es precisamente
por el lugar de origen de este deporte que usamos hoy indistintamente las
palabras “alpinismo” y “montañismo” para denominarlo. La cima del Monte Blanco
fue alcanzada por primera vez en 1786 y desde entonces Chamonix se ha
convertido en la “capital” de los deportes de montaña de Europa o al menos con
certeza, del lado occidental de los Alpes.
La carrera consta de
168 km y 9600 metros de desnivel vertical acumulado (DVA), lo que en buen
romance quiere decir que uno debe subir esa cantidad de metros, casi diez
kilómetros, además, claro, de andar la distancia horizontal mencionada. Pasa
por tres países -Francia, Italia, Suiza para volver a Francia- y debe ser
completada en un máximo de 46 horas, lo que no permite dormir a casi nadie. A
los corredores de élite les sobra tiempo para dormir pero no lo hacen pues
ellos lo completan en poco más de 20 h (el récord del circuito es 20.30 h) y
dormir sería un desperdicio de tiempo. Para la mayoría de los demás que demoran
arriba de 40 horas, dormir sería arriesgar no llegar a tiempo. Si se duerme,
puede que sean 20 minutos a lo sumo por lo que esta competencia implica también
un dominio del sueño o de la vigilia, según se lo quiera mirar.
Partimos 2300
corredores el viernes 30 de agosto a las 16.30. El pronóstico del tiempo era
excelente, óptimas condiciones, lo que fue una bendición pues el tiempo había
sido muy malo los últimos tres años seguidos. En 2012 yo completé la carrera
pero precisamente por el mal tiempo fue acortada de 168 a 108 km, eliminándose
también varios coles (puertos) y cumbres. Yo no corría con nadie aunque
felizmente contaba con la ayuda y asistencia de mi hermano Manolo, que además
de cocinarme en el apartamento que alquilamos, alquiló un auto para verme y
darme apoyo en los puntos intermedios en que esto está permitido.
La asistencia
provista por la organización es de primera. En todos los puestos hay comida y
bebida en abundancia, fría y caliente, dulce y salada. En todos hay baños con
papel y médicos También masajes en varios de ellos. Imposible pedir más a una
organización. Yo tuve un problema con mis cuádriceps, problema que inicialmente
atribuí a las rodillas. Pero no fue este el caso, lo que es una suerte pues una
fatiga muscular se cura con reposo y tiempo, un problema de rodillas a los
cincuenta y tantos, suele requerir cirugía. El problema o lesión muscular que
sufrí me impidió correr a partir de aproximadamente el km 40. Comencé a perder
posiciones pues desde ese punto hasta el km 110 donde abandoné, sólo pude
caminar. Ni trotar podía. Cada puesto de comida es a la vez un puesto de
control y hay una hora máxima a la que debe ser alcanzado, caso contrario, si
uno llega al puesto pasada esa hora, lo sacan de la carrera. Iba llegando a la
hora de cierre cada vez con menos margen hasta que en La Fouly, Suiza, km 110
llegué con menos de un minuto de atraso y me dejaron afuera. Yo tenía mal
seteado el GPS y pensaba que eran las 20.42 cuando en realidad eran las 20.45,
la hora de corte en La Fouly. Estaba a cinco metros del puesto y no me apuré en
parte porque no podía hacerlo y en parte porque pensaba que me quedaban tres
minutos. Cuando llego me dice el “portero”: “lo lamento, está cerrado”. Pero cómo,
le digo, si faltan tres minutos. Pues mira me dice y me muestra su celular que
marcaba aún 20.45 y que mientras yo lo miraba pasó a 20.46. Yo había llegado
tarde una fracción de minuto, menos de 60 segundos. Y quedaba afuera por tanto.
Había completado 110 de 168 km y 6500 de 9600 m de DVA. Cuando me empezaron a
molestar o doler los cuádriceps me dije que no abandonaría por decisión mía.
Que si quedaba afuera sería porque la organización me sacaba al no poder
cumplir los tiempos mínimos. Así fue.
Ahora bien ¿sería yo
justo y honesto si dijera que por eso no pude terminar el UTMB 2013? No, no lo
sería. Pues la realidad es que yo era el último de la carrera, el “lanterne
rouge” (Farolito rojo) como llaman al último en el Tour de France. Era de
noche, estaba andando solo, no tenía nadie detrás que pudiera darme una mano en
caso de problemas, lo que se venía en la siguiente etapa incluye un largo
trecho en precipicio según me contaría luego Sergio Moya y no había ya nadie en
el puesto de Le Fouly a quienes pudiera sumarme para no ir solo. Todos habían
ya partido.
¿Qué pudo haberme
provocado el problema muscular que sufrí? Probablemente el hecho de que no bajé
la carga (km de entrenamiento semanales) los últimos 30 días como es de rigor
sino faltando apenas 15. Y que faltando 12 días, solo 12 días, corrí en
velocidad un 10 km en Puerto Madero, lo que es insensato. Tan rápido corrí que
fue mi segundo mejor “age grading” ever
(lo que como Ud. sabe no quiere ni remotamente decir que haya sido mi segundo
mejor tiempo de 10 km, para nada). Error que me he prometido no repetir en
futuras competencias de esta envergadura.
Vamos ahora a lo que
pasó en la punta, en el pelotón de potenciales ganadores. Terminó ganando el
francesito –digo así por lo joven, tiene 24 años- Xavier Thevenard lo que fue una sorpresa pues
nadie lo daba por favorito. El norteamericano Anton Krupicka (el chaleco de
hidratación que muchos usamos como mochila se llama “AK” en su homenaje) era
uno de los favoritos, pero terminó abandonando por problemas físicos. El español
Miguel Heras fue segundo y el abandono de Krupicka puso en el podio al también
ibérico Javier Dominguez. Sebastien Chaigneau, dos veces podio en el UTMB,
también se contó entre los abandonos, que sumarían o sumaríamos un 32 % de los
2300 corredores que comenzamos la competencia. Thevenard se impuso con
20.34.57, menos de cinco minutos arriba del récord del circuito que como dije
es 20.30.
De 12 argentinos, cinco completaron el recorrido. De dos uruguayos, lo
hizo uno solo (mi amigo Pablo Lapaz). El porcentaje de abandono rioplatense fue
por tanto de 57 %, bastante superior al global de la carrera (32 % como dije).
¿Hubo otros ganadores además de Thevenard? Destaco fundamentalmente a tres:
John Tidd, norteamericano radicado en Uruguay, quien con 52 años salió noveno
en la general. Para que nos hagamos una idea, el siguiente corredor de la
categoría de John -o sea, de 50 a 55 años de edad- entró en la posición 94.
Y sin duda es también muy destacable lo realizado por la norteamericana
Rory Bosio quien con 22.37.26 hizo un nuevo récord femenino del circuito y
salió séptima en la general. Es la primera vez que una mujer se mete entre los
diez primeros en la general.
Y el tercero que quiero mencionar es un corredor cuyo nombre y
nacionalidad desconozco. El hombre tiene un problema de cintura por el cual su
parte superior está siempre a 45 grados respecto sea de la horizontal como de
la vertical. Así, completamente
“chanfleado” completó el UTMB, lo que yo no pude hacer. Chapeaux y eterna admiración al colega.
Una buena idea de lo que es siempre y fue este
año el UTMB la da el video oficial sito en:
http://www.dailymotion.com/video/xsuozt_live-the-north-face-ultra-trail-du-mont-blanc_sport?start=12
Pero sería injusto no hacer ninguna referencia a las otras dos carreras
hermanas que también tienen lugar en la región el mismo fin de semana, a cargo
de la misma organización. Ellas son la TDS, o “Sur les Traces des Ducs de
Savoie” (“Sobre las huellas de los duques de Savoya) por su nombre completo. La
TDS consta de 119 kms, 7250 metros de DVA -Ud. ya sabe qué quiere decir esto- y
un máximo permitido de 33 horas. Completa la terna la CCC (Courmayeur Champex Chamonix, o sea toma su nombre de los tres puntos
principales por los que pasa, pues comienza en Courmayer y finaliza en
Chamonix). La CCC tiene 100 km y 26 h de máximo tiempo permitido. El furor que ha generado lo extremo
del UTMB, su fama y aureola mítica han injustamente hecho creer a muchos
corredores que estas dos competencias no justifican el viaje. Nada de eso. La
CCC es muy parecida a Patagonia Run versión 100 km y nadie considera a esta
carrera un paseo por el parque. Es la carrera ideal para iniciarse en los
Alpes. La TDS, aunque más corta que el UTMB transcurre por terrenos más
técnicos por lo que algunos la consideran un desafío de similar jerarquía al
del UTMB.
“I shall return”
General
Douglas MacArthur en 1942 al abandonar las islas Filipinas expulsado por los
japoneses en la Segunda Guerra Mundial. Tal como prometió, volvió dos años más
tarde a reconquistarlas y poner las cosas en su lugar.