A MMF, con abrazo fraternal
El Ultra Trail del Monte Blanco (UTMB) es una de las más duras carreras del mundo, tal vez la tercera más difícil después de Badwater y Spartatlón, la más bella de Europa casi sin duda alguna. Forma parte de ese conjunto de competencias que todo corredor de lo que se ha dado en llamar aún en Español trail running, atesora como aspiracional. Tiene como base la ciudad francesa de Chamonix, en los Alpes, más precisamente en la base del Monte Blanco (4807 msnm), la montaña más alta de Europa Occidental (la más alta de Europa es el Elbrus, en los Urales rusos) y probablemente la primera montaña de más de cuatro mil metros a ser subida en el mundo, si descontamos algún indio o paisano o lugareño de algún rincón montañoso del planeta que pueda haber subido una antes, pero si lo hizo, nada dejó escrito. Y en montañismo como en todo en la vida, solo cuenta aquello que se escribe y entra en la Historia. Fue en 1786 que Jacques Balmat puso sus pies en la cumbre del Monte Blanco y creo no errar si afirmo que también ese día nació el montañismo como deporte. Chamonix es por tanto la capital de los deportes de montaña de Europa –y por ende del mundo- y también su cuna. Es un pueblo pequeño, con una calle principal llena de tiendas que venden productos y prendas de vestir para uso en deportes de montaña, de las más reputadas marcas del mundo.
El UTMB nació en el año 2003, por lo que este año celebró su décima edición. No nació de la nada sino de una carrera prexistente llamada TMB (Trail del Monte Blanco) que a su vez se inspiró en varios circuitos de randonnée o senderismo que daban la vuelta al macizo del Monte Blanco, lo que caminando se hacía en unos siete a diez días. En estos diez años ha ido ganando fama y renombre para terminar siendo una de las metas y mecas de todo corredor de montaña. Coexisten cuatro carreras en el espacio de una semana, la última de agosto, toda parte de lo mismo, todas organizadas por la misma entidad. Ellas son:
Petite Trotte à Léon (PTL): Esta es no competitiva, no entrega premios ni define podios. 290 km, 22 ml metros de desnivel vertical acumulado (DVA), 138 hs máximo para terminarla.
Las otras tres son carreras individuales.
TDS (Sur les Traces des Ducs de Savoie): 1 14 km, 7150 mt de DVA, 31.30 hs máximo. 1400 corredores máximo, requiere 2 puntos de precalificación.
CCC (Courmayeur Champex Chamonix): 98 km, 5600 mt DVA, 26 hs máximo, 1800 corredores máximo. Considerada la más accesible de las tres pruebas individuales. Tiempo estimado del ganador, 12 hs, requiere 1 punto de precalificación.
Las carreras tienen, como se deduce de su diferente kilometraje, diferente trazado o circuito y no salen simultáneamente sino a lo largo de cuatro días. La primera en partir fue la PTL, la carrera en equipos que comienza el lunes. La segunda fue la TDS y largó el jueves 29 de agosto de 2012 a las 7 de la mañana. Esta carrera comienza en Courmayeur, un pueblo italiano al otro lado de la montaña, a unos 85 km de distancia y transcurre en sentido horario hacia Chamonix a diferencia de las otras dos. El pronóstico meteorológico no era bueno para ese día y se cumplió. Terminó siendo una carrera durísima con el mayor porcentaje de abandono de todo el grupo de carreras en 2012 y, creo, el mayor también para una TDS en toda la historia (el UTMB ha llegado a tener 90 % de abandonos, sin ir más lejos el año pasado tuvo 57 %). LA TDS mantuvo sus 114 km originales así como el DVA. No fue recortada en lo más mínimo.
El pronóstico preveía aún peores condiciones para el viernes y sábado. El viernes a las 10 de la mañana comenzó la CCC desde Courmayeur (de los 98 km originales fue recortada a 85) y el UTMB que yo corrí, ese mismo día, viernes, a las 19.00. La météo como llaman los franceses al pronóstico de tiempo (que no de clima, eso es otra cosa) era de vientos de 60 km por hora en los pasos o puertos de montaña, temperaturas de bulbo seco (o sea, temperatura real) de -3 a -5 grados centígrados, sensación térmica debida al viento de -10 grados, lluvia y nieve. Ante este panorama, mandar 2400 corredores a la montaña parecía imprudente por lo que la organización recurrió al plan B que recortaba los 168 km a 108 (eso fue lo que midió mi GPS, la organización dice 103, da igual), el DVA de 9500 a 6000 y ni daba la vuelta al macizo, ni pasaba por Suiza ni Italia ni subía a los puertos sino que se quedaba en el valle y siempre en Francia. Para que Ud., tío, se haga una idea, es como si le prometieran que va a pasar la noche con Catherine Zeta Jones y al llegar al lecho se encuentra con la camarera del hotel, que tal vez no esté mal, pero no es igual. Sin embargo, todos sabemos que en la montaña estas cosas pasan y hay que bancársela, no hay otra. Todo esto los sabíamos varias horas antes de comenzar la carrera. En 2010, uno de los dos años en que corrió mi amigo Sergio Moya, pasó algo muy parecido. Ese año la carrera fue suspendida en el km 21 en St Gervais para ser relanzada en la madrugada con una versión recortada. Muchos corredores no fueron informados de esto último y no retomaron la competencia. 2010 fue hasta este año, la única edición en que la carrera fue recortada. En ese año esta decisión fue duramente contestada por muchos corredores, en particular por Kilian Jornet nada menos. Se cuestionó que si el pronóstico era conocido desde antes de lanzar la carrera, no tenía sentido suspenderla a las dos horas de comenzada. Los críticos atribuyeron la decisión a la voluntad de la organización de evitar demandas de reintegro del costo de la inscripción.
Toda la preparación de tiempos realizada meticulosamente durante más de medio año se fue en un abrir y cerrar de ojos al demonio. Aunque obligatoriamente solo se requería llevar dos, recomendaron salir con cuatro pieles (a veces se usa la expresión capas en español, layers en inglés, couches en francés. Son las sucesivas prendas que uno se pone sobre el cuerpo, en particular el torso, contada la primera piel o layer como aquella que se lleva directamente sobre la piel humana.) Yo partí con tres porque conozco la calidad de mis tres pieles y sé que bancan. Llevaba dos puestas y una tercera en la mochila. Jamás sentí necesidad de usarla lo que demuestra mejor que ninguna otra cosa, me parece, que no hizo frío. Yo estimé la temperatura mínima en -3, luego me dijeron que fue -5, no erré por tanto. Respecto del viento, los 60 km/h se produjeron probablemente en los puertos pero como nosotros no franqueamos ninguno –el circuito original pasa por varios “míticos”, desde los que se pueden contemplar, dicen, los más hermosos paisajes de una carrera en toda Europa, imágenes de almanaque suizo -, al no subir a los puertos, la ladera de la montaña nos protegía de los vientos. No sentí ni una brisa en toda la carrera. Al no haber viento la sensación térmica nunca llegó a -10 grados y tampoco hubo nieve. Solo lluvia. Eso sí, duró casi toda la noche, pero la mayor parte del tiempo fue poco más que una fue garúa y solo en algunos momentos tuvo intensidad media. Jamás fue torrencial o a baldes.
Minutos antes de la largada comenzó a sonar la música que identifica esta carrera. Se trata de “La conquista del Paraíso” de Vangelis, banda sonora de la película homónima que protagonizó Gerard Depardieu. Vangelis es también el compositor de “Carrozas de fuego” por lo que entenderá porqué los corredores lo tenemos en alta estima.
En mitad de la noche se me desarmó uno de los bastones. Yo sé arreglarlos, pero de noche sin luz adecuada con las manos frías y sin alicate, era imposible. Así que cargué los pedazos en la mano y al llegar a una posta médica con ayuda de un enfermero y sus herramientas, lo arreglamos juntos.
El resto del equipo que llevé fue excelente. Partí con mochila de 5 lt cuando casi todos lo hacen con mochilas de 20. No entiendo para qué, salvo que piensen quedarse a vivir en la montaña. Yo en la de 5 no solo llevaba lo obligatorio, cargaba una piel de más como dije. Zapatillas de Goretex, campera ídem (esto era obligatorio), guantes térmicos e impermeables hicieron que yo mantuviera torso, manos y pies secos siempre con la excepción de dos charcos que me “tragué” durante la noche por no ver el piso debido a mi mala linterna. Pero si uno se moja solo dos veces los pies, estos se secan enseguida y no pasa nada.
Otra cosa que no fue tan terrible en mi carrera fue el barro. Luego de dos días de lluvia uno puede razonablemente suponer que encontrará ríos de barro en las bajadas con riesgo de caerse y cuanto menos, que deberá bajar con mucha prudencia y lentamente. Pero si bien en el circuito original los tramos de sendero de tierra predominan, en el alternativo que corrimos yo diría que había un 60-70 por ciento de asfalto o ripio muy consolidado, con lo que la oportunidad de que el barro molestara, era menor. Este no fue el caso de la TDS, donde casi todo fue tierra.
Corrí muy bien la primera mitad. Pero sucede que quienes vivimos y entrenamos en Buenos Aires no tenemos cuestas o laderas para entrenar. Como consecuencia sentí cierta fatiga o molestia en los cuádriceps. Había corrido tan bien la primera mitad que miré mi GPS, saqué cuentas y concluí que aún caminando toda la segunda mitad, completaba la carrera dentro de los tiempos máximos permitidos -26 horas para los 108 km- Decidí por tanto no arriesgar y jugar conservador por el mismo motivo que un equipo de fútbol que sabe que empatando clasifica, no sale a ganar con el riesgo de que le emboquen un gol de contragolpe y terminar perdiendo y quedando fuera. Si “apretaba” el ritmo podía lesionarme y eso implicaba abandonar.
Párrafo absolutamente aparte merecen los llamados points de revitaillement o sea puestos de reabastecimiento, donde uno puede beber y comer a discreción. La cantidad y variedad de alimentos era alucinante. Como diré al final, yo en esta carrera fui furgón de cola. Normalmente los que están en el último cuarto pagan el pato, no encontrando tal o cual cosa en esos puestos. No era el caso, siempre hubo de todo, a saber: budines, panes, quesos variados, salame, jamón crudo, galletas, barras, chocolate, sopa de fideos, te, café y qué se yo cuantas cosas más. Si pedías las señoras te hacían un sángüich a medida. Esto que les contaré no es inventado aunque parezca y refleja al mismo tiempo la idiosincrasia francesa y su alto nivel de exigencia con la comida, así como la vocación de servicio de las personas que atendían esos puestos. Un colega francés pregunta si tienen queso de tal tipo para ponerle a la sopa de fideos. “De tal tipo, no pero de tal otro sí” le dice la señora. “¿Italiano o francés?” pregunta el corredor. “Coño, tío, que te van a mandar a la mierda si sigues exigiendo linduras” pensé yo. Pero para la señora eran preguntas normales. “Italiano” le dijo. “Es una mierda, ¿No tiene Ud. francés?” “Espere, creo que a mi colega le queda algo” concluyó la señora mientras se desplazaba a la mesa de al lado a buscarle el bendito queso al colega. Yo no daba crédito a mis oídos que algo así pudiera escucharse luego de haber corrido sabe Dios cuántos kilómetros.
Yo estaba tan sorprendido y agradecido por tanta comida y por su calidad, que en todos los puestos expresé efusivamente mi agradecimiento. A una señora le dije: “En su mesa he comido mejor que lo que como en mi casa”. Se rio pensando que era un elogio barato, exagerado. Claro, la cocinera no sabe que el que cocina en casa soy yo, por lo que mi comentario era estrictamente verdadero. Tal vez lo que explica que estos puntos de reabastecimiento tangan tal nivel de calidad es que cada uno de ellos está en un pueblo distinto, a cargo de las “fuerzas vivas” de ese poblado. El que sea óptimo se torna así una cuestión de imagen de la comunidad frente a los otros pueblos del valle y frente a los corredores del mundo.
La gente nos alentaba en todo momento. Lo que a mí más me llegó fue un grupo de jovencitas que con tono de cántico de estadio de fútbol nos motivaba entonando:
Vous êtes vraiemeeeeent….
Vous êtes vraiemeeeeent….
Vous êtes vraiement fénoménal
Corrí casi todo el tramo final con Jesús y Luis, dos mallorquines, o sea oriundos de la tierra de mi bisabuelo. Faltando cuatro km ellos continuaron caminando, yo retomé la carrera pues quería entrar a la ciudad corriendo comme il faut, o sea, como se debe, como es de rigor y para hacerlo en los últimos 400 metros precisaba calentar los músculos desde antes. Faltando un kilómetro y medio mi brader, también conocido como Monsieur Mon Frère (MMF, literalmente, “mi señor hermano”) se acercó a acompañarme y sacarme fotos.
Si de merecer de párrafos aparte hablamos, MMF se lleva uno completito. Le cuento primero porqué lo llamo yo MMF. Es porque Napoleón Bonaparte llamaba así, Monsieur Mon Frère, a su hermano, también José igual que el mío, de nombre de pila. Y como yo profeso una incondicional admiración por L´Empereur, bueno, de ahí viene la cosa.
MMF me acompañó desde Toulouse donde reside. Me cocinaba por las noches y me hizo todo el tiempo, como decimos en Buenos Aires, el “aguante”. Me llevó un par de medias secas el km 70, ropa seca a la línea de llegada, me hizo elongar luego de la carrera, me arropó cuando me vino una pequeña hipotermia al salir del baño, etc. etc. etc. Sin su apoyo, todo hubiera sido mucho más complicado.
gloria. Entrar por el arco que siempre se fija en la plaza del Triángulo de la Amistad frente a las escalinatas de la pequeña y hermosa iglesia de Chamonix respetando ese código que lleva ya diez años.
Atravesé la línea de llegada en 23.43 minutos, algo más de dos horas antes del deadline u hora de corte. Terminé dentro de lo permitido y lo hice en una pieza, estoy pleno para la próxima batalla. Al llegar me arrodillé y besé el sagrado suelo chamoniano. Agradecí mirando hacia su morada, el cielo azul, al Dios en el que no creo por la salud que este esfuerzo requiere. Agradecí al atletismo, a los atletas todos de todos los países del mundo y por sobre todo, agradecí al espíritu atlético que es como el aglomerante que mantiene unida a nuestra comunidad. MMF no estaba al lado mío pues no dejan ingresar gente tan cerca de la línea de llegada pero estaba visible. Así que lo miré y como tantas veces, sin decir palabra hablamos de todo.
En la categoría terminé 299 de 368, o sea 81 percentil. En la general terminé 1784 de 2482 o sea 72 percentil. Compárelo con el mucho más digno 25 que obtuve en la Marathon des Sables. Abandonaron 357 o sea 14,3 %. La carrera fue ganada por el francés Francois D´Haene en 10.32.36. La tabla siguiente, que detalla mi posición en cada uno de los puntos de control, muestra claramente como fui perdiendo velocidad.
Punto de control
|
Posición
|
1049
| |
1149
| |
1312
| |
1253
| |
1531
| |
1630
| |
1641
| |
1699
| |
1776
| |
1778
| |
1784
|
Estos fueron los argentinos que completaron alguna de las tres carreras individuales, su tiempo total y la categoría en que participaban (Pablo La Paz es uruguayo pero lo pongo aquí para no agregar otra tabla)
409
|
Fabián PINO
|
SE H
|
17:37:55
|
UTMB
|
510
|
Sebastián TOSTI
|
SE H
|
18:06:09
|
UTMB
|
511
|
Daniel ESTEFANIA
|
V1 H
|
18:06:12
|
UTMB
|
512
|
Nahuel QUIPILDOR
|
SE H
|
18:06:13
|
UTMB
|
1052
|
Pablo La Paz
|
V1 H
|
20:27:20
|
UTMB
|
1161
|
Claudia CASTELLANI
|
V1 F
|
20:59:09
|
UTMB
|
1162
|
Adriana BLESA
|
SE F
|
20:59:10
|
UTMB
|
1211
|
Paula FRITZSCHE
|
V1 F
|
21:11:13
|
UTMB
|
1330
|
Sergio FURLAN
|
V1 H
|
21:40:37
|
UTMB
|
1400
|
Mario OYOLA
|
V1 H
|
22:04:16
|
UTMB
|
1655
|
Marcelo TORDOMAR
|
V1 H
|
23:04:31
|
UTMB
|
1784
|
Bernardo FRAU
|
V2 H
|
23:43:44
|
UTMB
|
2122
|
Víctor Hugo MORA
|
V1 H
|
26:25:21
|
UTMB
|
477
|
Mariela JALIL
|
SE F
|
29:28:59
|
TDS
|
606
|
Alfredo NABAS
|
V1 H
|
31:04:09
|
TDS
|
340
|
Adrian GERACE
|
V1 H
|
15:59:04
|
CCC
|
644
|
Fabian CREMASCHI
|
V1 H
|
18:14:11
|
CCC
|
1200
|
Mónica BARG
|
V1 F
|
21:58:24
|
CCC
|
1251
|
Ramón ABDALA
|
V3 H
|
22:14:05
|
CCC
|
1337
|
Gustavo CANON
|
V1 H
|
22:51:17
|
CCC
|
Respecto a los abandonos, yo no comparto mucho el procedimiento de la organización. Me dijeron que le quitan a uno el dorsal delante de todo el mundo y le recitan un texto legal que más o menos dice que si uno continúa corriendo, es a su cuenta y riesgo. Yo creo que los abandonos son simples circunstancias que le ocurren a todos los corredores alguna vez. No aparecen los nombres de quienes abandonaron en el sitio web, por tanto solo puedo mencionar a los que recuerdo: Cristian Gorbea, Lisandro Tagle y Marcelo Seré abandonaron en la TDS. Daniel Pincú lo hizo en el UTMB.
Dos aspectos negativos desmerecen la que de otro modo sería una nota óptima para los organizadores. Uno fue que asumieron un porcentaje de abandonos alto y no había suficientes chalecos de finisher para todos los que atravesamos la línea de llegada. Quedaron en enviármelo por correo pero no es la misma cosa. El segundo error y aún más relevante es que solo está prohibida la asistencia fuera de los puntos de reabastecimiento lo que estrictamente interpretado permite cualquier cosa dentro de ellos. Yo vi un corredor ser desvestido en su totalidad, secado y vuelto a vestir, por su equipo de apoyo, algo que la mayoría de nosotros por supuesto no pudo hacer.
Dos ganadores míticos de esta competencia fueron el italiano Marco Olmo, con quien corrí la Maratón des Sables, que ganó en 2006 y 2007, el primer año con récord del circuito. Tenía entonces nada menos que 59 años. Olmo es un mito de tal tamaño que el fabricante francés Raidlight de equipamiento sofisticado para trail running, ha dado su nombre a una colección completa de mochilas para este deporte. El tiempo de Olmo fue seguido por el de otro gran corredor, en el otro extremo de la faja etaria: con apenas 20 años Kilian Jornet venció en 2008 y 2009.
La organización informaba del paso de cada corredor a sus amigos en tiempo real por medio de Facebook. Como consecuencia recibí decenas de mensajes de apoyo, igual que me ocurrió en Sables. A todos ellos, mi reconocimiento.
Agradezco también aquí a Sergio Moya, que fue para mi UTMB lo que Roberto Fúsaro fue para mi Marathon des Sables: el colega al que durante un año molesté con mil preguntas para entender la exigencia y prepararme de la mejor manera posible. Ambos son ejemplos arquetípicos, de libro, de lo que es el espíritu atlético at its best y que consiste en que si uno sabe algo, experimentó algo o posee alguna pieza de equipo útil y difícil de conseguir, encuentra satisfacción compartiéndola con un corredor que la pueda usar y termina sintiendo su triunfo al cruzar la meta como propio. Porque la experiencia no se registra en fotos ni se guarda en un cajón. Ella solo cobra sentido cuando es de utilidad a un nuevo colega. El espíritu de la comunidad de corredores de montaña es difícil de definir. En mi opinión la frase que mejor la describe pertenece a un corredor suizo que dijo una vez: “La perf, d’accord… mais la course d´abord” la frase es intraducible por la rima, pero más o menos quiere decir: “Es claro que la competencia y el desempeño en las carreras nos ocupa y preocupa. Pero antes nos ocupa y preocupa la carrera misma”
Como terminé corriendo algo que no es el verdadero UTMB, en mi manera de ver las cosas, ni yo ni ninguno de los que corrimos este año somos legítimos UTMB finishers. En Argentina, que yo sepa, hay solo cinco corredores que han terminado la versión real, la completa del UTMB. Ellos son: Pablo Barnes y Virginia Olivieri en 2007, Juan Ricardo Ferrero, Daniel Rastelli y Sergio Moya en 2011