Berni en la tierra de los palacios de arena - Marathon dses Sables 6-4-2012
A Gastón Aldave, el mejor entrenador de La Tierra
y planetas aledaños
Todo empezó para mí hace cinco años. Fue entonces que decidí correr la Marathon des Sables pero por diversos motivos no pude hacerlo hasta este año. Finalmente, hace un año tomé la decisión ya irrevocable de correrla y me inscribí. Doce meses que dediqué obsesivamente a la optimización del equipo, reflexionando sobre cada uno de los ítems, buscando el más liviano que cumpliera su cometido. Gracias a la enjundia puesta en esa tarea yo tenía una de las mochilas más livianas de todo el campamento: 7.0 kgs (sin contar agua). 6.5 kgs es el mínimo por debajo del cual no te permiten correr, pero es Casi inalcanzable. Había corredores con mochilas de 14 kilos, un delirio y una muestra de total falta de planeamiento. Rachid, el ganador del año pasado, corría con una mochila de 6.54 kgs.
Todo empezó para Patrick Bauer hace 28 años, cuando era un joven fotógrafo de 28 años y se le ocurrió unir a pie Tamanrasset y In Guezam en Marruecos. Las poblaciones están separadas unos 350 km. Lo quería hacer de manera autónoma y en autosuficiencia, y lo consiguió en 12 días, cargando una mochila de 40 kg. En algunos tramos fue acompañado por los suyos, en otros se encontró con las gentes del desierto. Luego decidió hacer de ello un evento mundial y lo logró, la carrera alcanzó este año su vigésimo séptima edición consecutiva. La Marathon des Sables es una de las carreras a pie más difíciles del mundo -aunque claramente Spartatlón y Badwater la superan ampliamente- y sin duda la más “aspiracional” y glamorosa de todas. También de lejos la más cara.
Dura una semana y se corren seis días –el quinto es de descanso- Las distancias de cada etapa varían ligeramente de un año a otro pero no mucho. Este año fueron 33.8 – 38,5 – 35.0 – 81.5 – descanso – 42.2 y 15.5 para un total de 246.5 kms. Este año se alinearon en la largada 853 corredores de 48 países del mundo.
El campamento es trasladado diariamente por los jaimeros hacia el lugar donde llegarán los corredores al finalizar cada etapa. Consta de unas 100 o 120 jaimas, cada una de las cuales recibe a ocho corredores. Están dispuestas en dos círculos concéntricos de unos 50 metros de diámetro. La jaima no es una carpa propiamente dicha sino un toldo de media sombra gruesa, de color negro, sostenido por palos y bajo el cual se extiende una alfombra roja y negra. Esto no es casualidad pues esos son los colores y el diseño de las alfombras que se fabrican en la zona, conocidas como alfombras de Ouazguita.
La jaima está abierta a los dos lados y por supuesto, no tiene puertas de ningún tipo, a diferencia de una carpa. A las seis de la mañana los jaimeros comienzan a desarmar las jaimas, –cada día en un punto distinto del círculo para ser justos- y lo hacen tan rápido que a menudo llegan a tu jaima antes de que tengas la mochila preparada. Por esa velocidad en “derrumbar” nuestras casas es que los apodamos “termitas”.
Lejos de ese círculo de jaimas negras donde todo es austeridad, a unos 200 metros, está el campamento de la organización. Allí viven, no hambreados como nosotros sino a cuerpo de rey, unas 400 personas entre jaimeros marroquíes, gente de la organización –casi todos franceses- y prensa de todo el mundo. Dentro de ese campamento hay un área restringida a todos los demás: es la de la televisión a la que solo acceden los elegidos.
Todas las personas de la organización o que comen con ellos tienen prohibido comer cerca del campamento de los corredores o aún mostrar alimento, para no generar inconvenientes entre los competidores. Por supuesto, también tienen prohibido suministrar comida a los corredores pues la regla es que debemos mantenernos con lo que cargamos en la mochila o lo que nos ceda otro corredor, pero no más que eso. De hecho, un equipo de competidores fue duramente sancionado con tres horas por haber recibido comida de fuera del bivouac, como llaman los franceses al campamento. Y para que el escarnio fuera total, sus nombres fueron voceados por altavoz por el organizador, Patrick Bauer. Todo lo cual me pareció perfecto pues eso es lo que dice el reglamento. La organización hace rondas y mantiene guardias nocturnas para evitar que ingrese comida. Una vez, un periodista catalán hablaba con Enric, uno de los catalanes de mi jaima. En diez minutos dos patrullas se acercaron y lo interrogaron porque pensaron que le estaba pasando comida. Solo se fueron sin sancionar a nadie cuando comprobaron fehacientemente que no era el caso.
Al cabo de cada jornada podíamos mandar un mail, uno solo y a una sola dirección, no a una lista. Yo, como casi todos, lo enviaba a un amigo, en mi caso Cristian Gorbea que lo recirculaba a una amplísima lista de personas entre los que seguramente Ud., lector de estas líneas, estaba incluido. Para relatar la carrera ahora decidí mantener esos mails enviados diariamente desde el campamento, claro que corregidos y ampliados.
Diario del desierto (I):
Amanece en el desierto. El campamento se despereza, se comienza a escuchar a la humanidad corredora hablar en todas las lenguas, el sol comienza a calentarnos (esperemos que no demasiado). A partir de mañana recibirá esta serie titulada “Diario del Desierto” por medio de Cristian Gorbea. Hoy es día de descanso, sociabilidad, chequeo técnico de equipo, médico y administrativo. ¡También es día de plegarias!
Ocurrió en este día algo insólito que muestra que la fama de pueblo generoso y buen anfitrión que tienen los andaluces, no es nada exagerada. En la carpa vecina y en la siguiente hay un gran grupo de paisanos de esa tierra del sur de España, que forman un grupo o tribu llamada: “Los Últimos Susmuráis”. Pues pusieron en una lona una enorme cantidad de fetas del mejor jamón crudo de España, acompañado de un queso de excelente calidad. Y no una feta por persona sino tantas como tuviera uno la voluntad de ingerir. No retacearon nada, parecía un casamiento. Unos cuantos duros les ha costado la faena y lo ofrecían a todos, a decenas de iberoamericanos que no conocían en lo más mínimo (las jaimas están ordenadas por idioma u origen, o sea por un lado los francófonos, por otro los anglosajones y un tercer gran grupo somos los iberoamericanos. En la zona andaluza, todos éramos latinos). Julio Becerra, Manuel Soto y Ángel ruiz entre otros, eran los susmuráis que nos ofrecieron este banquete.
Diario del desierto (II):
Antes de iniciar la primera etapa, Patrick Bauer habló unos minutos contando cómo sería la jornada, felicitando a quienes cumplen años ese día y deseándonos suerte a todos. Este rito se repetirá todos los días. Enseguida nos sacamos la foto clásica, icónica de esta carrera: el número de edición, en este caso 27, formado por los corredores y fotografiado desde un helicóptero.
Acabamos de terminar la primera etapa. 33,8 km que yo hice en 4.38. 46° grados al sol según termómetro de la organización. Llegué de la mano con Enric Claramunt, uno de mis compañeros de jaima. Sería la única etapa en que esto se produciría pues pese a mis esfuerzos en las siguientes, nunca conseguí volver a correr a su ritmo.
Enseguida cocinamos en nuestras pequeñas cocinas de alcohol sólido con ramitas de pasto seco como combustible, descansamos un poco y vine a la tienda a mandar mails.
El resto del día lo dedico a lo que yo más amo de estas carreras, aún más que correr: charlar con gente desconocida de los más variados rincones del mundo. Uno agradece la oportunidad de haber viajado y aprendido idiomas, pues en este campamento hay paisanos de los más variados rincones del mundo. Mañana serán 38 kms y tendremos obviamente cansancio acumulado.
Hay que regular porque como dijo Patrick Bauer, el organizador de este evento, al que nosotros los corredores en busca de emociones hemos hecho millonario, "correr una ultramaratón es gerenciar los recursos".
Diario del desierto (III)
La segunda etapa fue de 38.5 K, pero sin elevaciones, más bien plano. Puse 5.27 horas. A todos los que me mandaron mails, gracias. Yo no puedo terminar esta carrera solo, las cuatro páginas que me mandaron son de gran ayuda. Continúen haciéndolo diariamente y los que no lo hicieron ayer, ¡comiencen ya!
Uno de Uds. me dijo que vio en TV5 (televisión francesa. Pasa un corto diariamente, se puede ver en su sitio web si no la tiene en el cable) que comemos hasta huevos. Esto solo fue el día previo a la carrera mientras nos alimentaba la organización. De ahí en adelante toda la carrera es de autosuficiencia, se pasa un poco de hambre pues solo se come lo que uno carga en su mochila y mucho no puede ser porque pesa.
Estoy obviamente cansado, pero sin lesiones ni calambres ni ampollas. Daría mi vida y mi reino por una cerveza helada, pero solo bebemos agua caliente y salada, pues le agregamos sales de sodio y potasio.
Diario del desierto (IV)
La tercera etapa ya está “dentro de la bolsa”. Fueron 35 km en 4.54 horas. Ayer estaba en la posición 163 de 853, hoy debo haber caído algo. Mi carpa y las vecinas parecen una trinchera de la Primera Guerra Mundial, ampollas, dolores lumbares, en los hombros por la mochila, musculares, tendones, etc. Yo sigo sin una ampolla siquiera pero noto el cansancio acumulado y sobre todo sufro la falta de mínima variedad en la comida. Sueño con fruta fría, con un jugo con hielo, con cerveza.
Mañana es la etapa decisiva y en la que más gente abandona: 81.5 kms con 20 km de dunas. Tomará todo el día y buena parte de la noche, por lo que mañana no habrá “Diario del desierto”. Recién pasado mañana que es día de descanso podré volver a escribirles. Hasta ayer ha habido 20 abandonos, hoy seguro se suman varios más. En esta jornada que termina tuvimos los paisajes más lindos vistos hasta ahora: lagos secos, acantilados y, al final, dos hosterías de desierto, con arquitectura típica pero visiblemente mucho lujo por dentro. Los compañeros de jaima son mayoritariamente catalanes por lo que hemos bautizado a nuestro grupo "Trentanou" (39) por el número de nuestra jaima. Somos ocho, como en todas las jaimas. Mis compañeros, casi mis hermanos de ahora en más son: Marcelo Rodriguez, Jordi Giménez, Enric Claramunt, Eduard Tarre y Francisco Jordan (los cuatro catalanes), Gerardo Gallardo (sevillano), Juan Parra (colombiano, de 18 años de edad ¡que ya corrió esta carrera con 16!)
El otro grupo de amigos es por supuesto el de los argentinos. Somos seis en total, cinco de los cuales vivimos en Buenos Aires y nos conocemos de antes. El sexto es Carlos Barrantes, residente en Dôle, Francia. De los cinco que venimos de Baires, Marcelo y yo estamos como ya dije en una jaima, la Trentanou, los otros tres son Luis Menéndez, Guillermo Sívori y José Silva.
Diario del desierto (V):
Etapa "monstruo" adentro: 81.5k con 20 km de dunas y dos montañas severas en 15.40 horas. Corrí toda la carrera con Guillermo Sívori, gran corredor. Creíamos que nuestro tiempo no había sido malo pero estamos 228 en la general. Hasta la noche iban 39 abandonos, ahora deben haber pasado los 50. Ayer en el campamento nos tocó feroz tormenta de arena, felizmente no mientras corríamos. Hoy es día de descanso y mucho jolgorio pues quien llegó hasta aquí, casi seguramente terminará.
Sucedió en esta etapa algo sorprendente: Rachid El Morabity, de Marruecos, ganador del año pasado en que había conseguido destronar a los hermanos Ahansal, que ganaron esta carrera durante años y que este año iba primero cómodo, faltando apenas 700 metros para terminar la etapa y cuando el camino era simple, firme y plano, se cayó tan violentamente que se fracturó tibia y peroné. Obviamente, debió abandonar la carrera.
Esta es la única etapa que se corre –parcialmente- de noche. Yo cometí un error imperdonable y fue llevar pilas para reemplazar las del GPS que estaban agotadas o al menos no eran nuevas. Conclusión, cuando se puso el sol tenía dos opciones: o sacaba las de la linterna y me quedaba sin luz y con GPS, o al revés. Como estaba corriendo con Guillermo y ambos valoramos la información que provee el GPS (no es un detalle menor saber cuánto falta o a qué ritmo se está corriendo) y dado que su GPS no tenía ya carga, decidimos correr con mi GPS y con su luz.
Siendo que como se ve en el cuadro más abajo en este texto esta etapa fue para mí le peor (medida en posición o percentil, que es como se mide) cabe preguntarse si fue una decisión sabia. Si no habría andado mejor con luz mía, propia, y sin GPS. Pero es tarde para hacerse esta pregunta.
La vida en el campamento
Los españoles me llaman el más guarro (sucio) de todo el campamento porque soy el único que no se cambia una prenda nunca. Ni para dormir, ni para correr, ni para acampar, uso la misma muda 7 x 24. Caminan solas mis ropas. Pero contrapartida tengo la mochila más liviana del campamento o casi.
Mi segundo error fue en la nutrición. No en el total de calorías que estuvo bien calculado, sino en su composición. Traje demasiados frutos secos –y siento náuseas al comerlos- y me faltaron comidas liofilizadas. Suerte que los españoles de mi carpa tenían de más y fueron generosos, caso contrario habría pasado algo de hambre.
Los catalanes me enseñan algo de su idioma en las tardes que compartimos en la jaima. Así, ya sé contar hasta diez, saludar y ¡apoyar al Barsa!
Franciso “Paco” Jordán, dentista de Barvastro, ha sido bautizado por Marcelo y por mí como “Asador argentino” honor que le hemos hecho por su habilidad para encender fuego con nada. Es quien más seguido toma sobre sus hombros esta tarea y la realiza tanto para él como para quien precise agua caliente.
Diario del desierto (VI)
Excepcionalmente puedo mandar hoy un segundo mail. Tuvimos una hecatombe meteorológica. Primero tormenta de arena de muchas horas que nos enterró como a Tutankamón, luego el cielo se puso negro y llovió fuerte con granizo y frío. Finalmente ahora está soleado y cálido sin excesos, muy agradable, todo en un mismo día.
En el medio de la tormenta llegó el ciego con su lazarillo, increíble. Minutos antes llegaron dos adolescentes discapacitados que son llevados por bomberos franceses. Los chicos cambian en cada etapa, los bomberos a veces. Fue el momento más emocionante, todos los que allí estábamos lloramos y aplaudimos. Uno luego se queja del hambre, de que la etapa era dura, de que 81 km es mucho, de las dunas, de las montañas. Somos una manga de mariconazos pero yo tuve hoy la oportunidad de ver y charlar con los verdaderos héroes de la Marathon des Sables, porque lo que hacemos nosotros, con equipo, entrenamiento y comida lo hace cualquiera. Y pongo en la lista de admirables no solo a los chicos discapacitados y a los bomberos, sino también a los padres. Que sabiendo que existe un riesgo, los dejan venir a conocer la vida y el mundo mientras ellos sufren, dudan, tiemblan, a qué negarlo, a la distancia.
Todos habéis estado de la hostia con los mails. ¡Insistid ! Aún faltan dos días.
Diario del desierto (VII)
Es la edición con más abandonos en años (51 a ayer). Si la carrera continúa una semana más termino entre los primeros 50, porque el esfuerzo diezma el pelotón y mucha gente está harta de las duras condiciones del campamento. Hoy hice 42,2 km en 5.04, volé. Creo que fue mi mejor etapa, pero aún no está la clasificación.
Roberto Fusaro y Daniel Rearte me escribieron ayer: "en esta etapa poné toda la carne en el asador, echá el resto porque la última son 15.5 k, o sea un trámite para vos. No guardes nada. Salí a matar" ... eso exactamente hice desde el km 0. Había comido y dormido bien, no tenía lesiones y la moral muy pum para arriba. Si no corría yo a full, ¿quién? Si no hoy, ¿cuándo? Supe cumplirles, Roberto y Daniel, supe cumplirles, maestros.
Esta noche hay un espectáculo realmente inusual: con las enormes dunas que atravesaremos mañana como fondo, un grupo de cámara de unos doce músicos y cantantes de ópera, traídos directamente por avión de la Ópera de París, tocan y cantan para nosotros en el medio de la noche estrellada. Francamente, yo lo encuentro un poco snob de más de parte de Patrick Bauer. No es lo que los corredores necesitan o aprecian con el cansancio que todos tenemos arriba.
Diario del desierto (VIII)
Se pone el sol en el reino marroquí y los mutilados guerreros velan sus armas. Hoy fueron 15.5 km que incluían 9 km de las mayores y más blandas dunas de marruecos, las de Merzouga, mundialmente famosas. Me tomaron 2.04.
La carrera termina en Merzouga, último pueblo ubicado exactamente en la frontera donde comienza el desierto puro, total y absoluto. El pueblo está a unos 20 kms de la frontera con Argelia. Increíblemente, pues esta etapa era de lejos la más fácil, abandonaron hoy otros dos corredores.
Al cruzar la línea de llegada lo hice entonando a voz en cuello el himno de la Legión Extranjera, que me acompañó toda la semana y que comienza así:
Sous le soleil brûlant d'Afrique
Cochinchine, Madagascar.
Une phalange magnifique
a fait flotter nos étendards.
Sa devise Honneur et Vaillance
forme des soldats valeureux.
Son drapeau, celui de la France
est un emblème des plus glorieux
Lo canté en voz baja para mí mismo cientos de veces durante toda la carrera. Fue mi mantra. Yo me sentí en todo momento un legionario en su tierra.
En la llegada estaba Patrick Bauer, quien coloca la medalla en el cuello de todos y cada uno de los corredores que completan la carrera. Yo apoyé al momento de recibirla una rodilla en el suelo e incliné mi cabeza, cual caballero medieval que va a ser designado por su rey como miembro destacado de una orden templaria.
Ya estoy en el hotel en Ouarzazate, bañado y tomando cerveza. Esta es la ciudad a la que llegamos y desde donde partiremos el lunes. Ouarzazate es el último aeropuerto internacional antes del desierto y aunque su nombre es desconocido aún para fogueados trotamundos, en esta ciudad se filmaron películas como “Asterix y Cleopatra”, “Gladiador”, “Legionario” y nada menos que “Lawrence de Arabia”, entre muchas otras. Es que en Ouarzazate tienen sede los más importantes estudios cinematográficos de Marruecos.
En Ouarzazate está la kasbah de Taourirt. Una kasbah era y es una casa o mansión de altos muros, con ventanas pequeñas o sin ellas, rematada en sus cuatro esquinas por torreones altos y prominentes. Esta arquitectura era no solo defensiva sino también exhibicionista, una manera de mostrar la riqueza del propietario. Quedan muchas en Marruecos y aún se construyen propiedades con este formato arquitectónico, no ya con propósitos defensivos sino por pura tradición. Es interesante saber que el nombre kasbah es árabe, pero la construcción que con ese nombre conocemos, es anterior a la invasión musulmana y nace con los bereberes, antiguos habitantes de estos lares.
Y por más que la región donde se encuentra esta ciudad sería descrita por cualquiera de nosotros, especialmente los que venimos de una tierra tan fértil como la Pampa Húmeda como desierto, no lo es para los marroquíes que la consideran habitable. En una época lo fue mucho más, pues allí confluyen tres ríos (como en Lyon) pero los mismos cada vez traen menos agua debido al avance lento pero sistemático del desierto del Sahara en todas sus fronteras. El desierto propiamente dicho comienza a unas cuatro horas de auto, lugar al que nos llevaron en autobuses. Pasamos por una media docena de pueblos pequeños, quedados en el tiempo, todos formados por construcciones de tierra, piedra y madera, pero fundamentalmente tierra. La mayoría sin pintar siquiera y las que estaban pintadas, siempre de color rosa. Esta percepción de construcciones de adobe fue la que me inspiró el título de estas líneas (“el país de los palacios de arena”) aunque estrictamente no se trata de palacios sino de construcciones más bien modestas, y no son de arena sino de tierra. Pero el título tiene más gancho como lo puse.
Me tuve que bañar dos veces para quedar limpio. Hoy y mañana es jolgorio en Ouarzazate. Jolgorio del que yo no disfruto tan plenamente como querría hacerlo porque Albert Vallee, francés que competía en mi categoría (50 a 59 años) y con quien crucé unas palabras, o sea que para mí tiene rostro, tuvo un infarto apenas comenzada la etapa de 42 k. Está ahora en un hospital francés y su pronóstico aún no puede definirse con precisión. Ojalá Alberto se recupere y si no, tuvo el final que yo y casi todo corredor quiere tener un día: corriendo, con las zapatillas puestas y rodeado de colegas. Cuando se desplomó, un vehículo de “Doc Trotter”, la compañía que realiza la cobertura médica para la competencia llegó casi al instante pues rondan todo el tiempo a los corredores. Intentaron reanimarlo y al ver que no lo conseguían lanzaron una bengala al aire –todos cargamos una obligatoriamente- lo que hizo venir al helicóptero también en tiempo récord. Lo llevaron primero a un hospital en Marruecos y luego a su país.
Yo siempre temblé ante los finales. Cuando era niño y católico temblaba en misa cuando llegaba la comunión porque anunciaba el final. Temblaba con el ocaso porque era el fin del día. Con el amanecer porque se terminaba la noche. Temblaba hasta con el “The End” de las películas y temblé claro con el fin de varias vidas, personales unas, colectivas otras. Hoy termina Sables e innumerables recuerdos me ponen los ojos llorosos. Ahora tengo un palmarés interesante, cargo una medalla “grossa”, pero siento temor ante el final porque fue irrepetible, inenarrable. Solo compartible con los Veteranos de Sables. No hay como explicar a los demás lo que hemos vivido, la amistad entrañable que forjamos con los compañeros de jaima.
Ahora espero a los amigos, que terminen de bañarse y nos vamos de fandango. Si nos ven caídos o casi, agarrados a una columna a la que, como todo borracho, decimos sostener, no es que estamos muertos: es que estamos de parranda.
Aujourd’hui c´est la fête.
Diario del desierto - Epílogo
Estamos con Marcelo en París tomando un café en una brasserie del Barrio Latino. Nunca pensé que podría estar físicamente en esta ciudad pero con la cabeza aún en otra geografía.
Al final terminé en la posición 210 de 853, o sea 24.6 percentil. En la categoría (hombres de 50 a 59 años) salí 34 de 148 o sea 22,9 %. Se puede ver más detalle de mi resultado y etapa por etapa en el cuadro a continuación.
Tiempo
|
Tiempo al 1ro
| |||||||||
Etapa
|
H
|
M
|
S
|
H
|
M
|
S
|
Posición
|
Percentil
|
Vel (Km/h)
|
Kms
|
1
|
4
|
35
|
54
|
2
|
8
|
34
|
151
|
17,7%
|
7.39
|
33,8
|
2
|
5
|
26
|
27
|
2
|
36
|
3
|
188
|
22,0%
|
7.17
|
38,5
|
3
|
4
|
55
|
21
|
2
|
19
|
28
|
233
|
27,3%
|
7.11
|
35,0
|
4
|
15
|
39
|
4
|
8
|
16
|
4
|
285
|
33,4%
|
5.24
|
81,5
|
5
|
5
|
4
|
15
|
1
|
56
|
4
|
173
|
20,3%
|
8.28
|
42,2
|
6
|
2
|
5
|
44
|
0
|
52
|
14
|
224
|
26,3%
|
7.64
|
15.5
|
Total
|
37
|
47
|
23
|
17
|
48
|
2
|
210
|
24,6%
|
6.56
|
246,5
|
¿Que si quedé conforme con mi desempeño? Más o menos. Sabe, hay mucha gente que viene a esta carrera con el único objetivo de terminarla. Yo respeto, es claro, esa visión de las cosas pero definitivamente no es la mía. ¿Cómo puede uno trazarse un objetivo tan laxo que se sabe lo cumplirán el 95 % de los corredores? Es como en la facultad, conformarse con un aprobado. Yo siempre fui a por un diez, o nueve por lo menos. Yo aquí quería una nueva Marca Nacional Argentina en Sables, lo que requería 18 percentil. Ese era el objetivo de máxima. El de mínima era 20, no se dio. Pero eso no hará que yo en el futuro me establezca objetivos sencillos, cumplibles desde el vamos.
Hubo 59 abandonos, (38 el año pasado). Terminé sin molestia ni dolor alguno como todas las etapas. Francamente, podía haber seguido corriendo al día siguiente otra etapa como cualquiera de las que hicimos.
Durante la carrera me hicieron tres entrevistas, dos para la televisión francesa y una para La Dépêche de Midi, el diario más importante del sur de Francia. Una de las entrevistas para la tele surgió de esta manera: estaba yo charlando con un periodista en un puesto de entrega de agua en el medio de una jornada, cuando él me dice: “¿Te molestaría repetir esta conversación para la cámara?” Claro que lo hice. Si Ud. me conoce sabe que soy la antítesis del miedo escénico, si veo una cámara, un micrófono o un escenario, me las arreglo para subir y discursear un poco.
Gerardo, el sevillano de mi jaima, es muy parecido a mí en la obsesión por el peso de la mochila. En toda la carrera, es el único maniático total como yo. Conocerlo por tanto fue como un alivio para mí, saber que tengo un clon al otro lado del océano. Pero ahí terminan las similitudes porque él es un gran corredor. Ganó cómodo, por mucho más de una hora, su categoría que es la mía (50 a 59 años) por lo que en la entrega de premios toda la Trentanou (recuerde, el nombre de nuestra jaima) estaba aplaudiéndolo y apoyándolo cuando subió al escenario a recibir el hermoso trofeo por su logro.
Jordi, uno de los tres catalanes de la Trentanou terminó siendo otro de los héroes de esta carrera. Con tremendas ampollas en ambos pies, que sin duda me habrían hecho abandonar a mí de sufrirlas, terminó la carrera. En la etapa de 81 km llegó casi último, pero llegó. Chapeau Jordi.
Extraño el horizonte infinito del desierto, la claridad del amanecer, las noches de un millón de estrellas. Extraño la generosidad alimenticia de los catalanes y andaluces, poseedores de ese don de gentes tan español que le hace a uno sentirse orgulloso de ser hijo cultural de ese país. Extraño el agua caliente y salada que fue nuestra única bebida durante una semana tan larga como inolvidable. Extraño trabajar para hacer fuego. Extraño las dunas, los lagos secos, el poliglotismo y la multiculturalidad del campamento. Extraño los huevos de maruca de Gerardo, el pernil y las clases de catalán. Solo no extraño las tormentas de arena y las Powerbars, que llegaron a producirme náuseas.
Pero paso la página. Ahora pongo el foco en el Ultra Trail du Mont Blanc (UTMB) que correré en agosto. 166 km en una etapa con 9500 metros de desnivel vertical acumulado (DVA) y tiempos de corte muy demandantes. Detenerse nunca. Rendirse jamás. Ne lachez pas, como decía la remera de un competidor.
Es linda la civilización y su centro es y será siempre esta hermosa ciudad de París, por mucho que Berlín o Nueva York procuren no sin argumentos sólidos destronarla. Pero también es hermosa la frontera, lo wild, lo primitivo, lo natural. Yo al menos, preciso del yin y del yan para vivir.
A todos los que me escribieron al desierto, gracias. Vuestros mails me ayudaron a seguir andando cuando ya no daba más. Los tengo todos guardados en mi memoria para siempre. Dicen que distribuyeron 40 mil mails. Lo hacían a la puesta del sol y ese momento era como sagrado en el campamento.
La carrera fue ganada por el jordano Salameh Al Aqra (19.59.21) y la francesa Laurence Klein (26.15.40, posición 22 en la general). O sea yo demoré un 89 % más que él y un 49 % más que ella. Una mención es de rigor a Marco Olmo, ícono de esta carrera, italiano de 62 años que salió ¡14 en la general! Olmo es tan famoso que Raidlight, el fabricante de ropa y mochilas para esta carrera, ha dado su nombre a una mochila, la que yo usé para correrla.
Ya dije que en mi jaima estaba Juan Parra, de 18 años. Junto con un norteamericano de la misma edad, eran los más jóvenes. En el otro extremo, Joseph Le Louarn, francés, contaba 79 pirulos y había corrido Sables varias veces. En la entrega de premios anunció que esta era su última Sables, que pasaba la posta a los más jóvenes. Lo despidió un aplauso cerrado de todos los corredores presentes.
Datos estadísticos de algún interés: 61 % de los corredores vienen de Francia o Reino Unido. 13 % son mujeres.
Hay una gran preocupación ecológica en la organización. Toda la basura generada es quemada al terminar la carrera en un horno especial, creo que traído de Francia. Las botellas de agua que nos distribuyen todo el tiempo –unos 440 mil litros de agua se consumen entre corredores y organización- se entregan con número de dorsal en el envase y la tapa, de modo de poder sancionar al corredor que bote una en el medio del desierto.
¿Es Sables tan difícil como se cree? Francamente, creo que no. Empecemos por el calor. 45 grados con 23 % de humedad castigan menos que 34 con 70 por ciento que es lo que pasamos todos los que entrenamos en enero al mediodía en Buenos Aires. Además, como se tiene todo el día para terminar cada etapa, se puede ser muy lento y completarla igual. De hecho, se puede completar Sables caminando el 100 %. No hay tiempo de corte (estrictamente hablando los hay, pero son tan generosos y laxos que es como si no los hubiera, y si alguien llega con ese generoso tiempo vencido, no lo descalifican, lo toman igual). Dos tercios de quienes completaron Sables no tienen chances de completar UTMB, serían descalificados en el km 30, el primer punto de corte. 90 % de los que completamos Sables no tenemos chances de completar el Spartatlón. En resumen, somos los que hemos completado esta carrera tipos esforzados, pero nada parecido a Supermán como tal vez la frase “corrí 250 kms en el desierto del Sahara cargando mochila” puede hacer pensar a los sedentarios.
Los recuerdos que vale la pena atesorar son los que duran, dice el lema de esta carrera. Estos que nosotros generamos en las dunas durarán tanto como el Sahara. Somos los que terminamos esta carrera conscientes de que a partir de ahora somos príncipes del desierto, héroes de las ardientes arenas africanas, Veteranos de Sables.
En la víspera de una carrera en Tandil, Pinamar, El Cruce o La Misión, cuando franqueemos la puerta de un restaurante, habrá un corredor que dejará el tenedor en el plato de tallarines y señalándonos discretamente le susurrará a su vecino “ese que entra ahí es Veterano de Sables”. Porque a partir de ahora llevamos la Orden de los Veteranos de Sables en el pecho.
Habrá otro texto sobre Sables, pero estará dedicado a equipamiento. Qué elegir, con qué criterios, qué funciona y qué no. Estará destinado exclusivamente a ultramaratonistas, a diferencia de este que aspira a ser leído por público en general.
El texto va dedicado a Gastón Aldave, mi entrenador, sin quien yo nunca hubiera completado esta carrera. Gracias Gastón por hacerme parir sangre en los entrenamientos pues gracias a ello no sufrí en la competencia. Este triunfo y esta gesta te pertenecen al 50 %.
No sería yo justo si no agradeciera también a Roberto Fúsaro, uno de los 13 argentinos que hasta este año habían completado Sables –ahora somos 19-. Durante meses Roberto respondió pacientemente por mail y personalmente cientos de consultas mías, revisó mi check list y con ello colaboró en enorme medida a que tanto yo como los otros argentinos viniéramos con el mejor equipo posible. Y gracias también a Cristian Gorbea, el hombre de la cornisa, por haber hecho de puente con todos ustedes durante mi permanencia en el desierto.
Ya emprendemos el regreso a casa. Ya todo lo vivido entra en la historia de cada uno de nosotros. Lo que hoy es anécdota comenzará lentamente a transformarse en leyenda.
Vamos bajando la cuesta
que allá en el desierto
se acabó, la fiesta.
P.D,: El título (“Berni en la tierra de los palacios de arena”) es un homenaje no a Hergé, que era filofascista y por tanto despreciable, sino a su encantador personaje, Tintín, con cuyas historietas aprendí mi primer francés que de tanta utilidad me fue estos días, pues en aquellos años no había aún traducción. Tintín no era el ícono mundial que es hoy en día.
La notable foto de llegada, representativa de todos y cada uno de los 794 que cruzaron la meta, merece que yo diga quién es el fotografiado y quien el fotógrafo. El corredor que abre sus brazos a la gloria en la que acaba de ingresar es Eduard Tarré, catalán, compañero de jaima, amigo y desde ahora y para siempre, hermano mío. El autor de la foto es Francisco “Paco” Jordán, coterráneo de Eduard, y también compañero de jaima y amigo y hermano de Eduard y mío.
El resultado de mis compañeros de jaima y de los argentinos fue:
Nombre
|
"Equipo"
|
Tiempo
|
Posición
|
Percentil
|
Gerardo Gallardo
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Trentanou
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26.35.01
|
25
|
2,9%
|
Juan Parra
|
Trentanou
|
30.41.05
|
63
|
7,4%
|
Enric Claramunt
|
Trentanou
|
34.48.23
|
140
|
16,4%
|
Francisco Jordan
|
Trentanou
|
37.09.32
|
191
|
22,4%
|
Guillermo Sívori
|
Argento
|
39.03.33
|
253
|
29,7%
|
José Silva
|
Argento
|
44.09.28
|
386
|
45,3%
|
Marcelo Rodriguez
|
Ambos
|
44.44.01
|
401
|
47,0%
|
Eduard Tarré
|
Trentanou
|
45.12.45
|
423
|
49,6%
|
Carlos Barrantes
|
Argento
|
46.10.39
|
445
|
52,2%
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Luis Menendez
|
Argento
|
59.37.18
|
678
|
79,5%
|
Jordi Jimenez
|
Trentanou
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63.42.55
|
723
|
84,8%
|
En este vínculo (link) encontrará Ud. un video cortito, de unos cuatro minutos, por cada etapa, realizado por la televisión francesa (TV5)
y aquí el reportaje que me hizo “La Dépêche de Midi”
Y la traducción del artículo de La Dépêche de Midi”:
Bernardo, maratonista extremo.
Hay una suerte de elegancia en los movimientos de un corredor sobre la arena. Nada fingidos, trabajados más bien. Detrás suyo se forma una nube de polvo amarillo en torno de sus zapatillas. Son unos 900, vienen al desierto marroquí desde todos los rincones del mundo para correr la Marathon des Sables y están todos ellos, locos. “Es cierto que estamos un poco colifas”, bromea Bernardo Frau, ingeniero, 54 años, tolosano, “Ni los 4 x 4 consiguen atravesar estas dunas, pero nosotros sí. Los beduinos tienen razón. Hay que estar medio loco para querer sufrir tanto en un lugar donde habitualmente se viene a descansar. A menos que ese sufrimiento, esos pies ensangrentados, ese estómago que clama por alimento, esa boca deshidratada, esos calambres que bloquean los músculos, esos ojos que arden, esa piel que arde bajo el sol no refuercen aún más el placer de perderse durante seis días en las arenas del desierto”, resume Bernardo que corrió con el dorsal 76
La Marathon des Sables, 246 kms en el desierto, a ser recorridos en seis etapas, 30 grados de temperatura promedio. Todo en total autonomía, o sea que cada competidor debe cargar su mochila con toda la alimentación que requiera para la totalidad de la carrera. La mía pesa 7.5 kgs. Uno debe optimizar todo, alimentación, ropa de recambio, así como el material obligatorio y de seguridad”
La noche, luego de cada etapa, Bernardo duerme sobre alfombras en el suelo, bajo una lona negra. “Hay piedras, agujeros, pero no está mal, es suficiente…”
Y las condiciones son iguales para todo el mundo. “Mira ese tío, allá, es el jordano al Aqrah, una verdadera superestrella. ¿Y has visto donde duerme? Igual que todos nosotros. Es un campeón y eso es muy bueno, pero no hay tratamiento VIP en esa competencia”.
El pelotón de sobrevivientes
Salameh Al Aqrah: Es este hombre pequeño y frágil quien ha ganado la edición número 27 de la Marathon des Sables. Corrió los 246 kms en 19 horas y 59 minutos. Bernardo Frau terminó en la posición 210 con 37 horas y 47 minutos, nada mal.
Y detrás, viene el pelotón de sobrevivientes, otra carrera dentro de la carrera. Para todos ellos, tan meritorios como los primeros, el objetivo es terminar la carrera cueste lo que cueste. “Es solo el placer de correr y de exigirse al extremo”, lanza el tolosano. “Yo quería probarme a mí mismo que podía hacer cosas extraordinarias a mi edad. Creo que lo recordaré toda mi vida”
