Dos por cuatro en Tandil, 13 de marzo 2011

Sierra de las Ánimas

Su roca duerme un sueño largo y lento
Que viene del comienzo de las Eras:
Tiempo sin tiempo, longitud de esperas,
que al trepar por sus cuestas yo presiento.

El viento la desgrana, siempre el viento,
va derruyendo cumbres y laderas.
Sin apuro sus rachas pasajeras,
desmoronan su lomo ceniciento.

Antes de que se cumpla su destino,
yo integraré su roca y su camino
de liquen y vertiente en soledad.

Voy llegando por fin hasta la cumbre.
Miro hacia arriba: celestial techumbre,
y ella conmigo, ante la inmensidad

Julio J. Villaverde

La carrera de las sierras de Tandil es un clásico absoluto. Son 28.7 kms de sierra, aunque los primeros 18.8 son esencialmente planos. Planos, claro, para una carrera de montaña, pues un desnivel similar sería calificado de inadmisible en una carrera urbana.
Esta carrera se corre desde hace ya diez años y yo creo haberla corrido unas cinco veces con esta. Una vez con Marcelo, otra solo, otra con Walter Ricardo y una con el notable grupo de amigos que me hice cuando trabajaba en Kraft.
Pero todo eso es pasado. Este año estaba Cristian Gorbea , mundialmente famoso desde su odisea en Champaquí, si no sabe de qué le estoy hablando, lea el relato que el propio Cristian hizo de esa epopeya en mi blog.  Cristian, como este servidor, comparte el vicio de la literatura y el del atletismo. También Nora Maggio, Lalo y Arturo Carranza que viajaron conmigo en auto, Ruben Costantino, Juan Luis Basombrio, Hernán Petruzzi y el siempre dinámico e imparable Gabriel Szkolnik con su grupo de alumnos.
La competencia se larga siempre del parque Independencia, donde está el llamado “Castillo morisco” una de las atracciones del hermoso pueblo bonaerense que es Tandil. O tal vez debería decir ciudad, pues tiene todo lo que una pequeña urbe debe tener, manteniendo al mismo tiempo una escala humana que la hace adorable. Tan adorable como sus embutidos, salamines y afines, famosos en toda la Argentina pero que este servidor se abstuvo tanto de consumir in situ como de comprar para traer a Buenos Aires, pues como sabe hasta el más novel de los atletas, no son los salamines comida apropiada para un corredor serio.
La carrera comienza con una subida hasta el Castillo Morisco, en cuyas alfábelas se encuentran siempre apostados los fotógrafos pues desde allí se tienen tomas notables de la marcial columna de corredores frescos, alegres, ganadores. Como dije siguen luego 18 kms sin mayor pendiente, hasta llegar a la primera “trepada” (argentinismo por “cuesta”) lugar donde realmente empieza la carrera de Tandil, que solo dura, vista de esta manera, diez kilómetros.
La tabla que sigue –Borges me habría mandado hervir en el infierno por poner una tabla en un texto literario o que aspira a serlo, se supone que uno cuenta los datos, no los grafica ni los exhibe en forma tabulada, pero yo no soy Borges- le muestra lo que he corrido últimamente y concluirá conmigo que tamaña paliza sobre los cuádriceps, isquiotibiales, gemelos y otros grupetes musculares, es probable que ningún otro corredor tuviera encima.


Carrera
Fecha
Distancia (km)
Terreno
Desnivel vertical
Maratón de Estambul
17-10-2010
42.2
Urbano
despreciable
La Misión
3/4-11-2010
150
Montaña
7000
Cruce de los Andes
5a7-2-2011
93
Montaña
3000
Cuatro Refugios
26/27-2-2011
70
Montaña
3500
Tandil
13-3-2011
28.7
Montaña
980
Total

384

14300


La distancia que he corrido y que se muestran en la tabla, implican un promedio exacto de 79.5 (digamos 80) kms competitivos cada mes durante cinco meses, sin contar el muy importante desnivel vertical. Alguno sin mala intención, estoy seguro, me había dicho la víspera que con tanto kilómetro encima, iba a “crepar” (argentinismo por “caer extenuado”) en la primera cuesta. Como se imaginan esto solo sirvió para, por el contrario, reforzar mi motivación. Llegué a ese punto, en el cual solo faltan diez kilómetros y me dije a mi mismo: “solo La Misión, el Cruce y Cuatro Refugios totalizan 320 kms. Más 18 que ya hiciste de esta carrera van 340 pa´ redondear. ¿Te vas a achicar Berni por apenas diez que quedan?”. Terminé en 3.15.41, duodécimo (me resisto a olvidar los números ordinales y decir, a la usanza posmoderna, “doceavo”) de 133 en total en la categoría, o sea 9 percentil, bajando en 1.30 minutos mi marca del circuito. Nada mal con la “palma” que tenía encima (otro argentinismo, pero este no se lo “traduzco” para no aburrir, dedúzcalo). Rubén salió octavo (6 percentil) con 3.10. Cristian Gorbea metió notables 3.07 y Nora Maggio impresionantes 3.11 (6 percentil). Me dirá que yo fui el orejón del tarro. Gracias, yo sabía que Ud. era un amigo.
El sábado se había amanecido, como diría el poeta, desnudo y sin qué ponerse. O sea, triste, lluvioso, destemplado. Esto hacía presagiar un domingo ídem pero como San Pedro es corredor, no fue el caso. Tuvimos condiciones maravillosas salvo un poco de viento de más, pero nada es perfeKto en la vida. La carrera termina en el mismo parque donde se inicia y allí la organización entrega comida y bebida a los sufridos corredores. Es un placer tirarse al sol, comer y beber y charlar con amigos y colegas, durante largo rato mientras se aplaude a los que todavía están llegando.
Pero no fue el aspecto deportivo el único que me produjo goce interior este fin de semana. En el cuarto del hotel había un libro de poemas –casi todos sonetos- de un poeta local que me había gustado mucho en una primera lectura. Así que como tenía que esperar en recepción a Lalo y Alfredo para llevarlos en auto a la largada, pedí permiso para llevar allí el libro de la habitación. “Lléveselo a su casa si le gustó” me dijo la encargada. Y gracias a eso es que podemos contar con el poema con que se inician estas líneas, uno de los muchos muy bonitos del pequeño libro pueblerino editado con cariño y pasión por las letras. La Sierra de las Ánimas es una de las que atravesamos en esta competencia y aunque no creo que el autor del poema las haya cruzado nunca corriendo, estoy seguro que lo hizo innumerables veces, munido todas ellas del mismo amor por las cuchillas que yo he sentido en estos cinco “tandiles” que he corrido.
Ha llegado el momento de explicarle el título de estas líneas. No es que me fui a bailar tango a Tandil, no. Es que en principio Rubén y yo íbamos a correr con Vicente Dragobratovic y Marcelo Rodríguez, los cuatro juntos. Pero esos imponderables de la vida, esos factores que ni aún los que todo queremos poder controlar conseguimos poner bajo nuestros designios, les impidieron estar presentes, al menos, estarlo físicamente. Pues estuvieron en espíritu, en las notables carreras que hicimos Rubén y yo. Por eso el título, porque dos corredores, corrieron por cuatro.
¿Que qué se viene ahora? No me va a creer pero tengo agendados un total 130 kms competitivos en los próximos dos meses y medio, en  dos carreras en otros tantos rincones apartados del mundo. Es que esto genera adicción, vio.

P.D. La palabra “alfábela” no existe. ¿Pero dígame si no da la idea de cosa morisca? Es lo que siempre digo, en literatura no importa ser verdadero, solo interesa ser verosímil.