Al fin un podio en Palermo - 29-8-2010

En mis doce años de corredor he hecho o seis o siete podios. No recuerdo la cantidad exacta porque no llevo registro de ellos. Pero sí sé, porque esto ocurrió en los últimos meses, que cuatro de esos podios fueron este año. En todos los casos se trató de carreras donde había muy pocos corredores en la categoría. Porque aclaro algo evidente para los corredores pero tal vez no tanto para los sedentarios: uno compite y se compara únicamente contra su categoría o faja etaria (o rango de edad). En mi caso, 50-54. Por tanto, por haber pocos competidores, esos podios tuvieron todos relativo valor.

Por eso yo quería un podio en serio, un podio con muchos, decenas o cientos de corredores en la categoría. Esto ocurre en las carreras en Palermo, habitualmente, pues por ser Capital, accesible y ser Palermo un poco el baricentro geográfico del lugar de residencia de muchos corredores porteños, las carreras en ese hermoso parque convocan multitudes.
Porque es lindo subirse a un podio y porque correr “a full”, al ritmo más rápido posible para la condición de uno es divertido y gratificante, porque es extenuante (extenuante = gratificante, sacrificio = placer, ¿va Ud. agarrando la idea de este, el más antiguo y maravilloso de los deportes inventados por el Hombre?), es que cada tanto yo corro un 10 K buscando tiempo. Hace poco lo hice en otra carrera de esta distancia en Palermo y la ayuda de Daniel Minenna, que me hizo de liebre a partir de que lo encontré en el kilómetro 7, me permitió si bien no subirme al podio, pegarle cerca, por lo que esta vez lo invité para que de entrada saliéramos juntos.
Dio resultado. Daniel me sacó una enorme ventaja (1.36) e hizo su mejor tiempo del año, con la positiva presión, me contó luego de concluida la competencia, se saber que si aflojaba, de alguna manera “no me estaba cumpliendo” pues iba otra vez como liebre mía. Yo a su vez, motivado por tenerlo a Daniel adelante di todo de mí. Cabe anotar que había algún viento, no demasiado pero alguno, lo que siempre perjudica (resabio de un fuerte temporal de viento que tuvo lugar durante la noche)
Daniel con 41.06 salió 2 de 68 (1 percentil) en su categoría (45-49). Yo con 42.42 salí 1 (sí, no solo hice podio, GANÉ la carrera) de 59 (0 percentil obviamente) y también corría Aldo Teodori, gran amigo y compañero de mil batallas, entre otras una gesta inolvidable en Lobos, al que no vi en la carrera, solo sé que corriste Aldo por verte en la clasificación. Aldo metió 45.04 y salió 2 de 35 en su categoría (5-59, 3 percentil). Las respectivas posiciones en la general caballeros, o sea, comparando contra todos los hombres sin importar su edad, fueron para Daniel 21 (3 percentil), en mi caso 46 (7 percentil) y en el de Aldo 86 (13 percentil), siempre sobre 653 corredores varones.
También corría Ruben Costantino, que llegó segundos después que yo, pero lo hizo sin chip. Sin duda hubiera salido tercero (compite en mi categoría) de haber tenido chip que le contabilizara el tiempo.
¿Que si estoy contento? Sí, claro. ¿Qué si estoy conforme? Para nada. Yo puedo hacer un minuto y medio menos (ese tiempo hice en mayo 2010 en Accenture, 40.56) de lo que hice hoy y lo haré. Además, había 59 en la categoría, no 196 como fue el caso hace unas semanas. Esa cantidad sí es para enorgullecerse en caso de hacer podio, pero hoy había tres carreras de esta distancia en Buenos Aires y esto dividió a los corredores. Y al segundo le saqué 10 segundos, no un minuto.
¿Que a mí no me conforma nada? Claro que no. Cuando haga un podio con 200 corredores en la categoría lo que ocurrirá un día, querré más. Es la esencia de la autosuperación, el procurar siempre más. Citius, altius, fortius, reza el lema olímpico y uno lo lleva en el ADN. A la búsqueda de la satisfacción inasible, hubiera llamado a esto Proust de haber sido corredor.
"En las tardes como esta mi alma no se contenta con haber ganado", pero se siente una linda caricia al alma, a qué negarlo. Doble turno cinco días por semana, no crea que no cuesta aguantarlo cuando uno ha dejado atrás el medio siglo o, en palabras del Dante "se halla en la mitad del camino de nuestra vida" (¡y hasta un poco más allá de la mitad!). En las tardes como esta, uno piensa también en su entrenador (Gastón Aldave), su nutricionista (Patricia Minuchin) y su masajista (Javier). Que sería de un atleta sin estos profesionales que le dan a uno apoyo.

Un día seré campeón mundial de maratón de la categoría 100-104 (“solo” tengo para ello que mantener mi tiempo actual 50 años más!!). Read my lips.